escritor conocido como "Pío Gil"
Síntesis biográfica
Nació en la pequeña aldea “La Sabana”, cerca de San Cristóbal , estado
Tachira, el 24 de octubre de 1865 en un hogar muy humilde y sumamente pobre. El
infortunio lo sufrió desde muy joven y lo persiguió toda la vida.
Infancia
Queda huérfano muy pequeño,quedando a cargo de una tía, quien lo crió y
por quien siempre mantuvo filial agradecimiento. Sus dos hermanos murieron muy
jóvenes, uno de tuberculosis y otro fue asesinado.
Siendo todavía un muchacho durante unas fiestas patronales, un cohete le
destrozó un ojo. Desde entonces siempre usa anteojos muy oscuros.
Estudios
En 1886 parte para Mérida a estudiar bachillerato y Derecho en la
Universidad de los Andes. Se costeaba sus estudios trabajando de portero en la
universidad. En 1887 decide irse a Caracas a terminar sus estudios de Derecho.
Se gradua de abogado en la Universidad Central de Venezuela.
En la Universidad de Los Andes de Mérida cursó tres años de derecho
1884-1887. Durante este tiempo se destaca como animador de grupos y
publicaciones y como poeta y prosista de tendencia romántica. En 1887, se
traslada a Caracas donde culmina sus estudios de derecho 1890.
Inicios de su carrera
Después de graduado regresa a San Cristóbal donde, además de
ejercer como abogado, es Director del Colegio Federal. De vida austera, con sus
ahorros compra una pequeña casa en San Cristóbal, única propiedad que tuvo en
su vida.
Publica poemas y piezas en prosa en el periódico
“Unión Tachirense”. Es orador obligado en todas las celebraciones
patrióticas . También escribe en el diario. “Eco de Occidente”
En 1903 vuelve a Caracas, ocupando brevemente un cargo en la Cancillería
y siendo designado juez de primera instancia en lo civil del Distrito Federal.
Desde esta posición, entra en contacto con la sociedad que adula y tolera al
mandatario Cipriano Castro. En sus libretas va registrando en secreto un
expediente de la situación del país, dando forma a denuncias imposibles de
divulgar.
Destierro voluntario
En 1908 emprende un viaje a Europa, dando comienzo a un largo período de
destierro, voluntario y definitivo. Por casualidad, en el mismo barco que lo
transportaba al viejo continente, coincide con Cipriano Castro quien se dirigía
a Alemania a curarse de una afección renal. Publica el arte de su Diario
Íntimo, en 1965.
En España y Francia consigue impresores para sus denuncias contra la
corrupción, vicios y males de Venezuela y su gobernante. No obstante el
gobierno en desconocimiento de sus actividades, lo designa cónsul en Ámsterdam,
pero al poco tiempo la publicación de sus primeros libelos acarrea su
destitución, apenas se logra identificar el verdadero nombre detrás del
seudónimo de Pío Gil.
Obras
El Cabito, novela que tiene como personaje principal a Cipriano Castro,
así como el resto de su obra, publicada entre 1909 y 1917, es introducida
clandestinamente en Venezuela. Aunque fue autor de una literatura política
agresiva y no participó en invasiones militares ni en luchas políticas, su
posición panfletaria le impidió volver al país.
En 1917 da a conocer su poema Lira anárquica, en el que, a la manera de
José Asunción Silva, invita al tiranicidio.
Los acontecimientos de la Primera Guerra Mundial 1914-1918, tuvieron un
impacto notable en el pensamiento de Morantes. En tal sentido, en sus últimos
escritos reflexiona acerca de las razones y consecuencias de esa sangrienta
confrontación. Pese a la buena acogida de sus escritos, particularmente El
Cabito, buena parte de su obra permaneció inédita por muchos años.
A la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935, los veteranos de la lucha
contra su gobierno intentaron hacer un homenaje a la figura de Pedro María
Morantes.
En 1939 la Cámara del Senado aprobó la repatriación de sus restos y la
publicación de sus obras inéditas.
Una muestra de sus escritos sobre la Primera Guerra Mundial fue
publicada en 1940 en la Revista Nacional de Cultura. Luego, en 1962 y 1965, se
editaron sus diarios íntimos y sus cartas, los cuales representan documentos de
primera mano de gran importancia para la comprensión de los primeros años del
siglo XX venezolano.
No fue sino hasta 1975 cuando sus restos finalmente trasladados a
Venezuela, siendo sepultados, en 1977, en el mausoleo de héroes de San
Cristóbal.
En 1978 el cineasta Daniel Oropeza realizó una versión fílmica de El
Cabito.
Para descargar el libro "El Cabito", obra cumbre del escritor Pedro María Morantes bajo el seudónimo de Pío Gil; accede al siguiente link
Extractos de la obra de Pío Gil
Compilador: Miranda, F. (2006). Pedro
María Morantes, Beato de la libertad. Revista de la Sociedad
Venezolana de la Historia de la Medicina. Vol. 55 - Nro.1-2 - Año 2006. Recuperado el 05/05/2019 en
Para comprender mejor su
calidad de escritor, me permito citar a continuación, párrafos de algunas de
sus obras.
“… Los venezolanos
tenemos el culto de la servilitud y somos felicitadores. El servilismo y el
despotismo se han colocado frente a frente influenciándose recíprocamente. El
servilismo produce el despotismo, y éste, a su vez, genera aquél. Si no hubiera
déspotas, no habría serviles. Si no hubiera serviles, no habría déspotas…
“… Cuanto más elevada
sea la inteligencia, más apta es para la lucha, que es sufrimiento; cuanto más
noble sea el corazón, más propenso será para la indignación, que es
sufrimiento; cuanto más poderosa sea la voluntad, más inclinada será para la
lucha, que es sufrimiento. Los hombres superiores siempre han tenido el talento
de no ser felices…”
“… Existen los
aduladores de profesión, anatómicamente organizados para el oficio, con glúteos
anestesiados al puntapié, insensibles al bofetón, con rostros ignorantes del
pudor, con conciencias refractarias al remordimiento. Con espinazos capaces de
doblarse sin romperse y rodillas capaces de recorrer sin ulcerarse todas las
antesalas…
“… Para medio vivir en
Venezuela, a los hombres honrados no les basta vivir honestamente de su
trabajo. Se necesita una cosa más difícil, imposible para ciertos caracteres: …
Se necesita estar bien con el gobierno, y para estar bien con el gobierno hay
que adular a los gobernantes….
“… Los aduladores vuelan
alrededor del cuadrúpedo que ocupa algún escalón en la jerarquía administrativa
para producir desvanecimientos en estos infelices de cerebro débil que sienten
el vértigo de las pequeñas alturas y se sienten unos Alejandros cuando han
trepado algunos peldaños en la escala del éxito…
“… Una felicitación
oportuna no solo tiene el valor negativo de evitar un carcelazo. Tiene también
el valor positivo para conseguir buenos empleos.
Nuestros imbéciles
magistrados han establecido que únicamente son amigos de ellos los que los
adulan, también han establecido que sólo los que los adulan tienen talento. El
mérito no vale nada. Los que, conociendo su propio valer, son suficientemente
altivos para no postrarse, encuentran todos los caminos que conducen al triunfo
obstruido por los incapaces que van senda arriba con la protección oficial. Y
los incapacitados llegados a la cumbre establecen el reinado de la ineptitud
sobre la pericia, de la viveza sobre la probidad. Es el triunfo humillante de
la mediocridad. Quemarse las pestañas para saber Derecho, para saber Medicina,
para saber Matemáticas tiene menos eficacia que saber adular. Se enseña que en
matemáticas la línea recta es el camino más corto entre dos puntos, pero en
política el camino más corto es la línea tortuosa. Se tiene a la austeridad
como una gran tontería y a la desvergüenza como una gran viveza, Cuando en
tiempos futuros el historiador, dominando las náuseas, analice esta época
bochornosa, se va a detener ante la doble duda de que existieran cortesanos
capaces de ofrecer estas alabanzas y déspotas capaces de aceptarlas…”
A un adulante vil:
“… No necesitamos ni de
tu patriotismo ni de los talentos de diarista con que te han adornado los
corresponsales foráneos. Tú, aquí, eres un intruso. Nuestras glorias no te
enorgullecen, nuestras desgracias no te entristecen, nuestros odios no te hacen
bullir la sangre ni nuestras esperanzas te hacen prorrumpir en cánticos. Tú no
amas a mi patria sino con el estómago…”
La aclamación (al
general Castro):
“… No venía, como
Alejandro, de conquistar el Asia, ni, como César, de sojuzgar las Galias, ni,
como Napoleón, de vencer el Egipto, ni, como Bolívar, de libertar 5 naciones.
Apenas venía del pueblo de La Victoria, de encenegarse en unas cuantas orgías y
de emborracharse en unas cuantas comilonas, pero los oradores del tránsito lo
convencieron de que era mucho más grande que Bolívar, Napoleón y César
reunidos, y el déspota se repetía una y otra vez: “Verdaderamente soy grande”.
Es necesario determinar
la responsabilidad que las distintas clases político-sociales tienen en la
ruina y en la vergüenza de la patria. De ellas, no es responsable el pueblo que
las sufre, sino las camarillas que han sacado de la ruina nacional las inmensas
fortunas de que hacen insolente ostentación.
Los responsables del
desastre nacional sois vosotros, los que habéis conquistado el tremendo
privilegio de representar la patria en todos los casos y de ejercer el
patriotismo en todas sus formas; vosotros, los denodados generales, los
incorruptibles periodistas, los historiadores y literatos por cuenta del erario
público; vosotros, los mentores de la política, los mentores de la sociedad,
los mecenas de la inteligencia. Vosotros, los estadistas insignes, los doctores
sapientísimos, los arengadores en los congresos y en los festines, merced a una
propina tan costosa como secreta; vosotros, los austeros magistrados de
portamonedas repletos que os emborracháis, que os hartáis y que os divertís
entre los clamores de los hambrientos que piden pan, de los presos que piden libertad
y de los perseguidos que piden justicia; vosotros, los inamovibles empleados
que, desde hace tantos años, venís haciendo la felicidad de esta patria que se
está muriendo en vuestras manos; vosotros, los pastores vitalicios del rebaño
nacional y los agentes fiscales que os enriquecéis con las deudas que echáis
sobre los hombros del país; vosotros, los jueces y jurados que absolvéis a los
asesinos para fomentar el cáncer más disolvente del orden social: la impunidad
del crimen; vosotros, únicamente vosotros, y no el pueblo, sois los
responsables del envilecimiento de Venezuela…”
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